Baño ocupado

Baño ocupado

Siempre recordaré aquel día en los baños públicos de la estación de autobuses de Granada. Fue uno de los momentos más morbosos de mi vida.
Por aquel entonces yo tenía 19 años y estaba estudiando. Ese día mi amiga y yo habíamos quedado en ir juntos a la estación de buses para organizar nuestro viaje de vuelta a casa por navidad. 
Una vez comprados los billetes mi amiga me dijo que necesitaba ir al baño, yo también tenía ganas de orinar así que bajamos directamente las escaleras en dirección a los aseos.
Cuando entré al baño solo vi a un hombre orinando de pie. Era un hombre maduro, canoso, con buen cuerpo, iba trajeado, y en el suelo, a su derecha, había un maletín. Me llamó la atención por su aspecto de ejecutivo, pero decidí no darle importancia y entrar a orinar en un cabina. 
Al salir, y lavarme las manos lo vi a través del espejo… Seguía allí, de pie frente al orinal. No estaba orinando… Vi perfectamente como se masturbaba desde aquel ángulo y no pude evitar ruborizarme, sobre todo cuando cruzamos miradas… En ese momento no supe como reaccionar, pero lo cierto es que comencé a notar como me palpitaba la polla y comenzaba a ponerse dura. Me resultó una situación demasiado excitante. Pero lo mejor vino a continuación, cuando ese hombre maduro y elegante con esa polla enorme y dura en la mano me hizo señas con la cabeza para que me metiera de nuevo en la cabina. No dudé. Lo hice. Me metí en la cabina y al segundo lo tenía frente a mi. Por un momento tuve miedo, no lo conocía de nada, pero estaba tan excitado que me agaché y comencé a mamársela. Era enorme, estaba durísima, y recuerdo perfectamente como me sujetaba la cabeza para follarme bien la boca. Yo no podía creer lo que estaba pasando, pero mi excitación en ese momento era mayor que cualquier cosa. El ejecutivo me hizo ponerme de pie, me bajó el pantalón de chandal que llevaba y me puso contra la pared, de espaldas a él… Me puse más nervioso aún, mi respiración se entrecortaba y él no decía una sola palabra. Sentí sus dedos humedecidos con saliva entrando en mi ano… Tal era mi grado de excitación que ni si quiera me dolió… y de repente ya no eran sus dedos, era su enorme polla. Me folló de forma brusca, buscando su satisfacción mientras me tapaba la boca con la mano para que no se me oyera gemir. Yo me estaba pajeando cada vez con más intensidad, al ritmo de sus embestidas… Yo no dejaba de pensar en el momento en que notara su leche caliente dentro de mi, no quería esperar más… Quería que me preñara. Pero entonces se oyeron pasos cerca y los dos nos paramos en seco. Parecía ser el vigilante de seguridad ya que oí una voz proveniente de una especie de walkie-talkie. Me puse tan nervioso que se me quitó el calentón de golpe, y por lo visto al ejecutivo maduro le pasó exactamente lo mismo ya que hasta la polla se había guardado. ¿En qué momento la había sacado de mi culo? 
La situación no podía ser más surrealista: acorralado por un vigilante de seguridad en un baño público, con un hombre al que no conocía de nada con el que acababa de follar. 
La tensión que se había creado en el ambiente se fue relajando cuando escuchamos como el vigilante seguía hablando con su compañero vía walkie mientras meaba. Acto seguido se lavó la manos y salió de allí. 
¿Y ahora qué? Pensé. ¿Seguiremos lo que habíamos empezado? 
Pero en cuanto me di cuenta, el ejecutivo estaba saliendo de la cabina sin ni si quiera mirarme a la cara ni dirigirme la palabra.
Salí del baño un par de minutos después sin saber como iba a mirar a la cara a mi amiga que llevaba un rato esperándome, pero pensando en que tenía que volver a esos baños muy pronto.

Puntuación: 1 de 5.

Agujero negro

Agujero negro

Suena la puerta. Ya viene. Uno más y ya es el tercero de esta tarde. Pero mi culo quiere más. Yo a cuatro en la cama. En la habitación, a oscuras. Ese es el trato. Vienes me usas y te vas. Culazo tragón sumiso con ganas de rabo. Mi gancho en la descripción de Grindr. Me gusta ambientar mi casa como un cuarto oscuro. Esperar y que hagan con mi culo lo que quieran. Comer, follar, azotar, morder. Rabos grandes, rabos gordos, pequeños, hasta dos juntos vinieron una vez. Yo solo los siento cómo entran, cómo se mueven. No veo a sus dueños. Pero si les oigo gemir y decirme guarradas e insultarme. Eso me pone. Me excita. Ser un agujero. Que me usen y si quieren que se corran dentro o fuera. O que no se corran. 

Le notaba cómo andaba por mi casa buscándome. Se acercó a la cama y mi culo empezó a dilatarse para su próximo verdugo. El anterior ya me lo habia dejado bastante abierto y eso también ayudaba. Me agarró el culo y lo empezó a tocar para saber qué era lo que iba  disfrutar. Se chupó un dedo y empezó a jugar con mi ano ya mojado. 

-“Está ardiendo”, me dijo. 

-“Ya te lo han dejado preparado otros antes”, le respondí. 

De repente metió su dedo y empezó a moverlo en círculo dentro de mí. 

-”¿Cuántos te caben?”, preguntó.

-”Tú prueba. Pero no hables. Están prohibidas las preguntas”, le respondí.

No sé si no le gustó la respuesta y se enfadó pero el cabrón me metió tres dedos más. Y empezó a hacer el serrucho. Mientras con la otra mano notaba y escuchaba como se pajeaba. Yo gemía. El placer de los dedos me encanta. Sobre todo si los saben usar bien y apretar adentro pueden llegar a hacer correrme. Aunque estaba difícil porque con el segundo ya me había corrido pero necesitaba más. 

-”Si no la vas a meter ahí al lado tienes algunos juguetes por si quieres también”, le dije.

Al tio le ponía tenerme así pero ya me había escrito que igual no la metía por si estaba muy usado. Totalmente respetable. Así que le dejé los dos dildos para que me los metiera. Cogió el más grande, lo escupió y empezó a meterlo.

-”Me cabe hasta el fondo. Soy muy tragón”, le indiqué. Y acto seguido me lo estaba metiendo entero. Me movía para poder acomodarlo y él me marcaba el ritmo con su mano en mi culo.

Le notaba que se iba calentando porque se pajeaba más rápido y me daba más fuerte con el dildo. Así cada vez más adentro y rápido. Duraate un buen rato que ya hasta me empezaba a quemar.

-”Lubrícalo un poco”, le dije. Quería seguir recibiendo visitas, así que tenía que tener mi culo en las mejores condiciones para aguantar. Me lo imaginaba grande por el tamaño de su mano que notaba en el culo. Me gustaba pensar e imaginar cómo eran mis visitas. Eso me ponía más y sobre todo que disfrutaran de mi culo redondo y depilado, listo para destrozar.

De repente noté un chorro de semen en mi nalga. Caliente, líquida, que empezó a caer por mi culo hasta mi pierna. 

-”No te la limpies. Que el siguiente sepa que te acaban de lefar”, me ordenó. Mientras sacaba el dildo de mi culo. Se subió los pantalones y sin decir nada noté como daba pasos hacia la puerta y se fue de casa. Tenía el culo muy abierto. Ese dildo grueso me deja un buen agujero. Y ya quiero al siguiente.

-”Ya estoy libre ven cuando puedas”, escribí a un perfil que tenía esperando en la fila de la tarde en la aplicación.

Solo pasaron 10 minutos y de nuevo se escuchó cerrar la puerta. Ya llega el cuarto. A ver los que aguanto esta tarde.

Puntuación: 1 de 5.

El slip de mi tío

El slip de mi tío

Aún recuerdo el día que mi tío me pilló oliendo sus slips sudados y con olor a rabo y me sigo poniendo muy cachondo. Era el cumpleaños de mi prima y estábamos en su casa con toda mi familia. Ya lo había hecho más veces pero ese día fue diferente. Después de comer la tarta, subí las escaleras y fui directo al baño de arriba que estaba cerca de la lavandería. Antes de entrar al baño, abrí el cubo de ropa sucia y ahí estaban, unos slips grises de Abanderado con alguna que otra mancha amarilla y otras que parecían semen seco. Me empecé a acelerarme y a entrar en calor y notaba como me iba poniendo morcillón. Cerré la puerta del baño, me bajé los pantalones y empecé a sobarme mientras disfrutaba de ese olor. Una mezcla de sudor, ácido y placer. No apestaban, pero de los que le había pillado las anteriores veces que iba a su casa, estos eran los mejores.

Me los pegaba en la nariz mientras me acariciaba el rabo, que cada vez se iba poniendo más y más duro. Cerraba los ojos y pegaba buenas respiraciones, no podía oler otra cosa que no fueran esos slips. Cuando me los metí a la boca y lamí esas gotas que mi tío se había dejado me saqué el rabo y empecé a masturbarme. No podía parar. Era el mejor premio para un chico de 18 años que aún no había tenido relación con otros hombres y que había descubierto en casa de su tío un paraíso.

De repente, la puerta se abrió y yo intenté disimular pero fue imposible. Se me había olvidado poner el pestillo de la emoción y era mi tío. ¿Cuánto tiempo llevaría detrás de la puerta? Solté mi rabo pero no pude evitar que me viera con los pantalones en los tobillos y en su otra mano sus calzoncillos. 

– “Dámelos, tranquilo, no pasa nada”, me dijo.

Me sorprendió su reacción, yo no sé cómo hubiera reaccionado en su posición. Le devolví sus slips, se acercó a mí y me acercó su mano a su paquete. Tenía un buen bulto. Y él empezó a tocarme el mío mientras me volvía a poner sus slips en la cara. ¡No me lo podía creer, el corazón se me iba a salir! Se desabrochó el pantalón y vi su rabo encapuchado y peludo. Mi tío es un hombre grande, calvo, algo de barriga y muy peludo. Siempre me imaginaba como era su rabo y por fin pude salir de dudas. La situación también le estaba gustando porque rápido se le puso más dura y empecé a pajearle. Me escupió en la mano y se la agarré muy fuerte. Solo nos mirábamos y ninguno de los dos hablaba. La situación fue muy morbosa los dos de pie, pajeándonos frente a frente. De repente, me empezó a pajear con más fuerza y yo con sus slips en la boca, no pude evitar correrme rápido. Solté toda mi leche al suelo. No dejaba de gotear. Le miré, tenía cara de placer de verme correr, seguí un poco más con su rabo, me susurró que le diera más deprisa porque ya estaba a punto también. ¡Me iba a dar su leche! Al poco tiempo también se corrió también en el suelo, encima de mi leche. Lo dejamos lleno de goterones. Se subió el pantalón, se lo abrochó, se secó el sudor con la mano y con sus slips se marchó del baño. Y ahí me quedé yo, extasiado y limpiando el suelo para dejarlo como si allí no hubiera pasado nada. 

Ya han pasado 20 años desde ese día. Mi tío y yo llevamos una relación normal de tío y sobrino pero yo sigo soñando con ese momento que nunca hemos vuelto a repetir. Y aquí estoy ahora, pajeándome, oliendo unos slips que le robé otro día y pajeándome como si fuera ese día en su baño. 

Puntuación: 5 de 5.

Bestia de la noche (Parte 1)

Bestia de la noche (Parte 1)

Me avergüenzo, me doy asco y soy de incapaz de hablarlo….Pero aquella noche de verano volvía de las fiestas del pueblo. Sí, tal vez más bebido de la cuenta. Ya me había despedido de mis amigos y estaba solo llegando a mi casa, tratando de disimular el pedo que llevaba para no despertar a mi familia. Pero al entrar al portal me empujaron bruscamente y caí confuso al suelo, sin tiempo para entender lo que ocurría. La fuerza de un hombre rudo me alzaba y me empotraba contra la pared. Fue entonces cuando pensé: “me van a robar, me quitará mi último iPhone que aún estoy pagando”.

Reaccioné por el frío de los azulejos. Con una mano aplastaba mi cara contra la pared y con la otra abarcaba mi cintura. El corazón me iba a mil y las piernas me empezaban a fallar del nerviosismo que me empezó a invadir. Trate de gritar pero con su mano fría y sudorosa me tapó rápidamente la boca.

De pronto un susurro: “si te portas bien no te pasará nada malo”. Era una voz grave y masculina, con aliento a alcohol impetuoso y cigarro. Me tenía sujeto con fuerza, se notaba que era un tío de gimnasio, grande que me superaba en talla y peso.

Tenía todo su cuerpo pegado y ejerciendo fuerza contra el mío. Cuando pude notar que ese cabrón estaba empalmado y mis nalgas aseguraban que no era ninguna broma el arma con el que me apuntaba.

No sé cómo pero en una milésima de segundo ese cabrón me había metido la mano que tenía suelta por dentro del pantalón y del calzoncillo. La metió hasta agarrarme con fuerza la polla y los huevos mientras me volvió a susurrar: “vas a ser mi puta esta noche”.

Yo noqueado y bloqueado nunca hubiera imaginado lo que estaba a punto de suceder. En un gesto rápido consiguió bajarme el pantalón dejando al desnudo mis nalgas. Yo intentaba safarme pero cuanto más lo intentaba más fuerte me empotraba contra la pared. Además me di cuenta de que eso le excitaba aún más. Sentí inútil cualquier intento de escaparme de aquella bestia, cuando de pronto me sorprendió el golpe de esa tremenda polla en mis cachetes al bajarsel su pantalón.

La tenía enorme, palpitante y diría que mojada porque había empezado a gotear. Yo gemía y me volvió a susurrar: ¿la sientes verdad? No te preocupes que te va a gustar. Acto seguido con la mano que me tapaba la boca, llena de mi saliva me la restregó por el culo, resbalando entre mis nalgas

Yo empecé a sentir un calor por todo el cuerpo, un sudor frío, no sabía si gritar…..

Fue entonces cuando esa bestia me abrió el culo con sus dedos y con una maestra puntería enfiló el animal que tenía hacía mis nalgas y pude sentir como se abría paso, como la saliva le ayudaba a adentrarse donde nunca nadie había entrado.

Sabía lo que hacía, fue en ese momento cuando me agarró de la cadera con una fuerza brutal y de un empujón atravesó mi cuerpo. El grito me salió solo y me volvió a tapar la boca mientras con la otra mano me tiraba del pelo. Por ese entonces aún lo llevaba largo, como por los hombros. Recuerdo que mordí su mano pero eso lo enfadó más y me empezó a follar más fuerte y se echó sobre mí, introduciendo todo aquel animal de carne dentro de mi culo. Lo sentía hasta en la garganta.

Creí que me abría en dos, fue tal el dolor que sentí que no pude evitar soltar alguna lágrima.

Hacía presión con su cuerpo, sentía su pubis totalmente pegado a mis nalgas, su pantalón vaquero, su cinturón, su fuerte olor a sudor. Ya no había vuelta atrás me había tomado por completo.  Cada vez lo hacía más y más rápido y no aguantaba más. De repente noté un ritmo diferente y que no paraba de jadear. “Toma mi leche, cerda”, me dijo y antes de que terminara la frase un chorro ardiendo me llenaba por dentro. El ritmo paró y aún con su rabo dentro, el líquido empezó a caer por mi pierna. Se estaba saliendo todo menos su rabo. La notaba dura aún y temía el momento de que la sacara. El roce me había dejado dolorido y su capullo era enorme. La sacó de un golpe se subió el pantalón y antes de salir del portal me dio una nalgada. “Aquí no ha pasado nada”, me dijo antes de marcharse, dejándome allí semidesnudo contra la pared con los pantalones y los calzoncillos en los tobillos.

Puntuación: 1 de 5.

Puntuación: 1 de 5.