Categoría: violación
Bestia de la noche (Parte 2)
Bestia de la noche (Parte 2)
Hacía una semana que me habían despedido del trabajo. Desde que empezó la obra ya había tenido alguna que otra discusión con el jefe de obra pero nunca pensé que me fuera a mandar a la calle, a mí, al constructor con más experiencia del pueblo. Las cosas tampoco habían estado bien en casa. Muchas discusiones con mi mujer, alguna más que subida de tono y casi llegando a las manos. Pero era algo que nunca haría. Fornido y corpulento con buenos brazos le hubiera dado un buen zurriagazo. Encima las fiestas del pueblo. Tener que aguantar a los vecinos bailando y contentos. Mientras yo viendo cómo iba a llegar a fin de mes.
Pero eso no me importó cuando el sábado me quedé horas pegado a la barra del bar de la verbena. Primero unos vinos, luego directamente me pasé a whiskazos. Ya había perdido la cuenta y casi hasta el conocimiento cuando los artistas anunciaban la última canción y ahora tenía que volver a casa. Por el camino delante de mí una figura se movía y contorneaba. Parecía guapa se le notaba buen cuerpo y podía ser un alivio para la semana de mierda que había tenido. La fui siguiendo, y me iba calentando por cómo movía el culo de un lado a otro como hipnotizándome. Un culo respingón que se le notaba en los vaqueros apretados y como movía su media melena. Que buena follada le pegaría, pensé. Y de repente decidí ir a por ella.
Al llegar al portal tuve que acelerar el paso y antes de que cerrara la puerta la empujé contra el suelo. No fue muy difícil levantarla con fuerza y empujarla contra la pared porque era delgada y bajita. Mi polla había empezado a ponerse como una piedra, nunca la había notado tan dura y palpitaba.Se la pegaba cerca para que la sintiera y supiera con lo que se iba a encontrar. Cuanto más gemía y se intentaba escapar más cachondo me ponía. Tenía ganas de clavarsela como una bestia. En cuanto pude le metí las manos en el pantalón para tocarle ese culo que había estado contemplando durante el camino y metí más la mano para tocarle su vagina. Quería sentirla.
Pero de repente noté unos huevos y un rabo. ¡No era una tía a la que había estado siguiendo!. ¿Y ahora? Ya no había marcha atrás. Era mejor terminar lo que había empezado. Me puse más nervioso y con fuerza le bajé los pantalones y unos slip negros que llevaba. Era un culo redondo y perfecto, blanco y sin un solo pelo. Con la mano húmeda con la que le tapaba la boca se la pasé por el culo y también por mi capullo aunque casi no hacía falta porque empezaba a gotear de lo cachondo que me ponía la situación. Le abrí el culo fuerte con los dedos en busca del agujero. Traté de escupirle pero no acerté. Me acerqué a su oído y con cierta dificultad por el alcohol le dije cerdadas y le llamaba puta y cerda.
Era la primera vez que follaba un culo y me estaba gustando. Estaba duro y apretado y notaba perfectamente como mi polla entraba y salía de él. Me sentía poderoso haciendo lo que quería con ese joven. Mi mujer no me dejaba follar rápido y con él estaba aprovechando para destrozarle el culo. Mis huevos peludos y llenos de leche le golpeaban mientras con la otra mano le cogía del pelo y le tiraba hacia atrás. Además su movimiento para intentar escaparse me agitaba aún más la polla.
Hasta que de repente no pude aguantar más y solté toda la leche que llevaba acumulada de la semana. No paraba de salir y ya empezó a caer por la pierna del chico. Odio el semen y antes de mancharme saque la polla de un golpe sin importarme si le hacía daño con el capullo. Creo que ya le había hecho bastante daño como para fijarme en eso.
Rápido me vestí, le di una nalgada de macho y me marché antes de que me identificara y que empezara a amanecer.
Bestia de la noche (Parte 1)
Bestia de la noche (Parte 1)
Me avergüenzo, me doy asco y soy de incapaz de hablarlo….Pero aquella noche de verano volvía de las fiestas del pueblo. Sí, tal vez más bebido de la cuenta. Ya me había despedido de mis amigos y estaba solo llegando a mi casa, tratando de disimular el pedo que llevaba para no despertar a mi familia. Pero al entrar al portal me empujaron bruscamente y caí confuso al suelo, sin tiempo para entender lo que ocurría. La fuerza de un hombre rudo me alzaba y me empotraba contra la pared. Fue entonces cuando pensé: “me van a robar, me quitará mi último iPhone que aún estoy pagando”.
Reaccioné por el frío de los azulejos. Con una mano aplastaba mi cara contra la pared y con la otra abarcaba mi cintura. El corazón me iba a mil y las piernas me empezaban a fallar del nerviosismo que me empezó a invadir. Trate de gritar pero con su mano fría y sudorosa me tapó rápidamente la boca.
De pronto un susurro: “si te portas bien no te pasará nada malo”. Era una voz grave y masculina, con aliento a alcohol impetuoso y cigarro. Me tenía sujeto con fuerza, se notaba que era un tío de gimnasio, grande que me superaba en talla y peso.
Tenía todo su cuerpo pegado y ejerciendo fuerza contra el mío. Cuando pude notar que ese cabrón estaba empalmado y mis nalgas aseguraban que no era ninguna broma el arma con el que me apuntaba.
No sé cómo pero en una milésima de segundo ese cabrón me había metido la mano que tenía suelta por dentro del pantalón y del calzoncillo. La metió hasta agarrarme con fuerza la polla y los huevos mientras me volvió a susurrar: “vas a ser mi puta esta noche”.
Yo noqueado y bloqueado nunca hubiera imaginado lo que estaba a punto de suceder. En un gesto rápido consiguió bajarme el pantalón dejando al desnudo mis nalgas. Yo intentaba safarme pero cuanto más lo intentaba más fuerte me empotraba contra la pared. Además me di cuenta de que eso le excitaba aún más. Sentí inútil cualquier intento de escaparme de aquella bestia, cuando de pronto me sorprendió el golpe de esa tremenda polla en mis cachetes al bajarsel su pantalón.
La tenía enorme, palpitante y diría que mojada porque había empezado a gotear. Yo gemía y me volvió a susurrar: ¿la sientes verdad? No te preocupes que te va a gustar. Acto seguido con la mano que me tapaba la boca, llena de mi saliva me la restregó por el culo, resbalando entre mis nalgas
Yo empecé a sentir un calor por todo el cuerpo, un sudor frío, no sabía si gritar…..
Fue entonces cuando esa bestia me abrió el culo con sus dedos y con una maestra puntería enfiló el animal que tenía hacía mis nalgas y pude sentir como se abría paso, como la saliva le ayudaba a adentrarse donde nunca nadie había entrado.
Sabía lo que hacía, fue en ese momento cuando me agarró de la cadera con una fuerza brutal y de un empujón atravesó mi cuerpo. El grito me salió solo y me volvió a tapar la boca mientras con la otra mano me tiraba del pelo. Por ese entonces aún lo llevaba largo, como por los hombros. Recuerdo que mordí su mano pero eso lo enfadó más y me empezó a follar más fuerte y se echó sobre mí, introduciendo todo aquel animal de carne dentro de mi culo. Lo sentía hasta en la garganta.
Creí que me abría en dos, fue tal el dolor que sentí que no pude evitar soltar alguna lágrima.
Hacía presión con su cuerpo, sentía su pubis totalmente pegado a mis nalgas, su pantalón vaquero, su cinturón, su fuerte olor a sudor. Ya no había vuelta atrás me había tomado por completo. Cada vez lo hacía más y más rápido y no aguantaba más. De repente noté un ritmo diferente y que no paraba de jadear. “Toma mi leche, cerda”, me dijo y antes de que terminara la frase un chorro ardiendo me llenaba por dentro. El ritmo paró y aún con su rabo dentro, el líquido empezó a caer por mi pierna. Se estaba saliendo todo menos su rabo. La notaba dura aún y temía el momento de que la sacara. El roce me había dejado dolorido y su capullo era enorme. La sacó de un golpe se subió el pantalón y antes de salir del portal me dio una nalgada. “Aquí no ha pasado nada”, me dijo antes de marcharse, dejándome allí semidesnudo contra la pared con los pantalones y los calzoncillos en los tobillos.