El imbécil de mi compañero

EL IMBÉCIL DE MI COMPAÑERO

Yo estaba en mi despacho como de costumbre, no me gusta distraerme en el trabajo, por algo me he ganado la fama de serio y estúpido; analizando un problema que nos habían dado unos resultados el día anterior; cuando entra el imbécil de mi compañero de control en mi despacho, no puedo con él y su afán de superioridad.

Me preguntó precisamente por lo que tenía entre manos, los dichosos resultados que habían salido mal, preguntando qué había pasado, le comenté lo ocurrido y le pedí que se acercara para ver en la pantalla de mi ordenador el gráfico que estaba haciendo.

Se acercó, pero más de la cuenta, más de lo habitual, incluso pasando si brazo por encima del respaldo de mi sillón. No le quise dar importancia, pero me cae tan mal que me incomodaba tenerle tan cerca.

Estaba explicándole cuando noté su paquete en mi brazo, me rozaba y se apartaba, volvía a rozarme y volvía a separarse; unas cuantas veces; seguí sin querer darle importancia. Yo estoy saliendo con un tío hace unas semanas, pero él está casado y tiene dos niñas; joder que conozco a su mujer.

Yo no quería dar importancia a lo que creía que él quería insinuarme, pero su bragueta iba creciendo de tamaño. Me tocó el hombro con la mano mientras yo seguía hablando y entonces, me quedé callado cuando apoyó su entrepierna, claramente dura, en mi brazo.

Él tampoco dijo nada, pasaron unos segundos en silencio, incómodo para mí mientras me miraba desafiante. Me separé un poco de él y le dije:

“Ya lo tengo casi terminado, en cuanto acabe el gráfico y el informe os lo paso”.

Se incorporó, se tocó descaradamente el paquete y dijo:

“Perfecto, pues lo veo luego con detenimiento”, y salió de mi despacho.

Yo no daba crédito, este imbécil guarda algo enorme ahí en su calzoncillo.

El resto de día fue normal, rutinario, como todos, sin más novedades, y otra vez se me hacía tarde para salir.

Cuando me disponía a irme, al pasar por delante de su despacho aún estaba él frente al ordenador, cosa poco habitual, porque es de los que llega la hora de salida y no perdona. Me llamó al verme pasar y me acerqué, me preguntó sobre el informe que les había pasado con los putos resultados erróneos.

Me acerqué para explicarle y el cabrón me agarró el paquete directamente. Yo no sabía qué hacer, pero ante esa situación, me dejé tocar.

Giró su sillón hacia mí, me bajó la bragueta y me sacó la polla y los huevos, los olió y comenzó a lamer y a chupar suave. No daba crédito a lo que estaba pasando, pero me estaba gustando.

Mi rabo estaba creciendo y él se afanaba más cada segundo, le agarré la cabeza e intenté  ahogarle, intenté que tuviera arcadas, y lo conseguí rápidamente, me hizo gracia, estaba ahogando con mi polla al imbécil de mi compañero.

Tuve que decirle que tuviera cuidado con los dientes, no sé si sería la primera polla que se comía, pero experiencia no tenía, y pronto corrigió y comenzó a hacerlo bien.

Su garganta no dejaba de echar saliva, cogí su cabeza con una mano y con la otra le cogí la corbata para que no tuviera mucha escapatoria y comencé a follarle la boca; le salía mucha saliva de la boca, se estaba mojando la camisa y el pantalón y yo estaba a punto de correrme.

No pensaba avisarle, le iba a echar toda mi corrida en lo más profundo de la garganta, para que no tuviera más remedio que tragársela, pero el muy cabrón se dio cuenta y se la sacó de la boca forzosamente cuando me iba a correr… Le llené la cara de leche, y la camisa y la corbata.

Qué imagen, el imbécil de mi compañero con la cara llena de mi corrida…

Me metí la polla y los huevos en el slip, me subí la bragueta y sin decir nada me fui mientras él se quedaba en su sillón sin mirarme siquiera.

Salí de la oficina sin dar mucho crédito a lo ocurrido, pero más relajado que el resto de días.

Al día siguiente cuando llegué al trabajo, pasé por delante de su despacho y ya estaba allí, no le di ni los buenos días.

A eso de media mañana, cuando yo acababa de ponerme un café, entró en mi despacho mirando a los lados, como cauteloso, y me dijo en voz baja: “te debo una corrida en la cara, cabrón”.

Texto: @ojkosme

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